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Crítica: Adolescencia (2025) (Miniserie de TV)

 

 ★★★☆☆ 6/10  Reino Unido  4 EPISODIOS

Dirigido por Philip Barantini

 Protagonistas Stephen Graham Ashley Walters Erin Doherty Owen Cooper Faye Marsay Christine Tremarco Mark Stanley Jo Hartley


Crítica de Adolescencia (Netflix): una historia potente que no termina de cuajar

La adolescencia es una etapa de transformación, confusión y, en muchos casos, dolor. Netflix ha decidido tomar esa etapa y llevarla al extremo con Adolescencia, una miniserie británica de cuatro episodios que plantea una pregunta estremecedora: ¿y si tu hijo fuera acusado de un crimen atroz? ¿Cómo reaccionas cuando la infancia termina de golpe, con la violencia y la culpa invadiendo el hogar familiar?

La historia gira en torno a Jamie Miller, un niño de 13 años que es arrestado por el asesinato de una compañera de clase. La acusación desencadena un terremoto emocional en su familia, especialmente en sus padres, interpretados por Stephen Graham y Jodie McNee. A lo largo de los episodios, vemos cómo esta familia lucha por comprender lo incomprensible, enfrentando tanto a la justicia como a sus propios fantasmas internos.

Desde su primer episodio, Adolescencia deja claro que no estamos ante una serie convencional. Está rodada en plano secuencia, lo que aporta una sensación de inmediatez y realismo que impacta. La cámara no corta, no respira: se mantiene siempre en movimiento, siguiendo a los personajes en tiempo real, atrapando gestos, silencios y momentos incómodos que, en una narrativa tradicional, tal vez se habrían recortado. Este recurso técnico, heredado de obras como Birdman o 1917, funciona especialmente bien en los dos primeros capítulos, donde la tensión emocional está en su punto más alto y los conflictos familiares estallan sin filtros.

El arranque, por tanto, es eficaz. Nos introduce en la historia con ritmo, nos sitúa emocionalmente y nos promete una serie que no va a dejar indiferente. La detención de Jamie es uno de esos momentos que se graban en la retina, no tanto por su espectacularidad (no la hay), sino por la crudeza con la que se presenta la descomposición de una familia aparentemente funcional.

Si hay algo que no se puede discutir es el nivel interpretativo. Stephen Graham ofrece una de las actuaciones más potentes de su carrera, y eso ya es decir mucho. Su personaje —un padre desesperado, confuso, incapaz de asumir la posibilidad de que su hijo sea culpable— es retratado con una mezcla de contención y estallido que resulta desgarradora. Erin Doherty, en el papel de la psicóloga que evalúa a Jamie, también se luce, aportando una mirada analítica pero cargada de matices humanos, lejos del estereotipo de la profesional fría.

El joven actor que interpreta a Jamie (Lewis Gribben) logra mantener el misterio durante gran parte de la trama. ¿Es víctima o verdugo? Su rostro, casi inexpresivo por momentos, contribuye a esa ambigüedad inquietante. También cabe destacar a Jodie McNee como la madre, que aporta una mirada más introspectiva y dolida al drama familiar.

Sin embargo, pese a su potente arranque y a las sólidas actuaciones, Adolescencia no termina de mantener el mismo nivel de intensidad a lo largo de sus cuatro episodios. A ratos, la historia se vuelve repetitiva, dando vueltas sobre el mismo conflicto sin que avance realmente la trama o la exploración psicológica de los personajes.

Uno de los grandes problemas de la serie es que, a pesar de su corta duración, se siente alargada. El segundo y tercer episodio pierden algo de fuelle, repitiendo dinámicas familiares y reflexiones que ya han sido planteadas en el piloto. Hay momentos en los que parece que los guionistas no saben muy bien hacia dónde dirigir el relato, y la tensión que tan bien se había construido al principio se diluye en escenas que se sienten más como relleno que como avances reales.

Además, el recurso del plano secuencia, que tan bien funciona en los primeros episodios, se vuelve contraproducente en el último. Justamente cuando se esperaba un cierre contundente, una resolución emocional o narrativa fuerte, la serie opta por un episodio que resulta plano y anticlimático. El impacto prometido no llega. La resolución del caso (que no revelaremos aquí) está presentada con frialdad, como si todo el esfuerzo narrativo previo no condujera a nada más que a una reflexión vaga sobre la culpa y la adolescencia.

Adolescencia toca temas sumamente interesantes: la fragilidad de la infancia, el papel de los padres ante la justicia, la salud mental en menores, el sistema judicial británico, el bullying, la violencia en redes sociales. Pero, curiosamente, ninguno de estos elementos se explora con la profundidad que merecen. Todo queda apuntado, esbozado, sin terminar de desarrollarse.

Por ejemplo, la psicóloga —interpretada magníficamente por Doherty— tiene conversaciones que podrían haber abierto debates cruciales sobre la edad penal, la responsabilidad emocional de un menor, los traumas familiares... pero la serie parece tener miedo de entrar de lleno en esos terrenos. Se queda en la superficie, quizás por miedo a parecer panfletaria, pero termina resultando ambigua en exceso.

Lo mismo ocurre con la relación entre Jamie y la víctima. Apenas conocemos detalles. No hay un trabajo de construcción de esa historia previa al crimen, lo que reduce el impacto del caso en sí y hace que el espectador se quede con una sensación de desconexión emocional con los hechos.

Una serie como esta tenía todos los ingredientes para ser memorable: un tema potente, un reparto brillante, una apuesta estética arriesgada y un enfoque realista. Pero le falta algo esencial: cohesión narrativa. Si se hubieran ajustado mejor los guiones, reduciendo la repetición de ciertas escenas y aprovechando más los diálogos para explorar los temas en profundidad, Adolescencia habría ganado mucho.

También habría sido interesante intercalar el plano secuencia con otros recursos narrativos, especialmente en los momentos de mayor carga psicológica o en los flashbacks (que, por cierto, brillan por su ausencia). Romper la estructura visual en momentos clave podría haber dado aire y dinamismo al relato, en lugar de hacerlo sentir, como en algunos tramos, monótono.

Conclusión

Adolescencia es una serie que invita a reflexionar, que plantea preguntas incómodas y que se atreve a mirar a la adolescencia desde una óptica dura y adulta. Pero no consigue estar a la altura de su ambición. Tiene momentos brillantes, especialmente al principio y al final, y cuenta con actuaciones sobresalientes, pero el desarrollo intermedio no mantiene el nivel y las decisiones formales terminan jugando en su contra.

Recomendable, sin duda, especialmente para quienes disfrutan de los dramas psicológicos y familiares. Pero no esperes una obra redonda. Más bien, es un buen intento que se queda a medio camino de lo que pudo ser. Y eso, con un material tan prometedor, siempre deja una sensación de decepción.

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