Hay directores cuyo estilo puede rastrearse, pero Woody Allen es un género en sí mismo. A lo largo de más de cinco décadas, ha logrado construir una filmografía tan vasta, rica y personal que podría llenar varias vidas de cine. Allen no solo ha sido uno de los grandes guionistas de su generación: ha sido un moralista urbano, un existencialista de salón, un cómico desesperado por encontrar sentido a la vida, al amor, al arte… o al absurdo de todo ello.
Su cine, con frecuencia comparado con la literatura de Chejov, la filosofía de Kierkegaard o el cine de Bergman, es una mezcla de carcajada y melancolía, de reflexión y ligereza, donde conviven el jazz de los años treinta y las preguntas más hondas sobre la muerte, Dios o la fidelidad. Ha dirigido más de 50 películas y, aunque ha tocado todos los géneros, siempre ha sido fiel a su universo.
Este es un top 20 personal que celebra su genio, su humor y su dolor. Las películas están ordenadas no solo por su calidad artística, sino por la huella emocional e intelectual que dejan. Y como en toda lista sobre Allen, falta espacio para otras joyas. Pero estas veinte son, sin duda, la médula de su legado.
Las 20 Mejores Películas de Woody Allen:
1. Hannah y sus hermanas (1986)
La cima absoluta de su carrera. Una sinfonía emocional que entrelaza las vidas de tres hermanas neoyorquinas con una perfección narrativa asombrosa. Allen combina aquí sus grandes temas —el amor, la traición, la crisis de fe, el arte, la familia— con una estructura coral digna de Tolstói. El personaje de Michael Caine es uno de los más complejos que ha escrito, y el desenlace, de un humanismo luminoso, reconcilia con la vida.
2. Annie Hall (1977)
El clásico por excelencia. Allen reinventó la comedia romántica y se inventó a sí mismo como personaje fílmico: el neurótico intelectual, frágil, brillante, hipocondríaco. Diane Keaton está mágica en un papel icónico, y la película fluye con ingenio, saltos temporales y diálogos inolvidables. Ganó el Oscar a Mejor Película… y lo merecía.
3. Manhattan (1979)
Un poema visual a Nueva York. Rodada en glorioso blanco y negro y acompañada por la música de Gershwin, Manhattan es probablemente su película más bella estéticamente. Detrás de la postal, sin embargo, hay una historia amarga sobre inmadurez emocional y deseo. Es también una crítica velada al narcisismo masculino. Irónica, elegante, cruel.
4. Match Point (2005)
Su regreso fulminante. Filmada en Londres, sin ninguno de sus actores fetiche, esta historia de ambición, deseo y destino es su thriller más elegante. Una especie de Crimen y castigo pasado por el tamiz de Patricia Highsmith. Jonathan Rhys Meyers está inquietante, Scarlett Johansson seduce con fatalidad y Allen demuestra que puede reinventarse sin dejar de ser él mismo.
5. Sueños de un seductor (1972)
Aunque técnicamente no la dirigió (la dirección fue de Herbert Ross), Allen escribió el guion y protagonizó esta deliciosa comedia basada en su propia obra de teatro. Un homenaje a Casablanca y a los sueños románticos de la cinefilia, donde el protagonista dialoga con el fantasma de Humphrey Bogart para superar una ruptura. Tierna, absurda y metacinematográfica.
6. Desmontando a Harry (1997)
Una de sus películas más oscuras, cínicas y autoconscientes. Aquí Allen se autoflagela sin compasión: Harry es un escritor neurótico y desastroso que usa la vida de los demás como material para sus novelas. El montaje fragmentado, el humor salvaje y las reflexiones sobre el arte y la culpa hacen de esta película una obra maestra disfrazada de comedia sucia.
7. Delitos y faltas (1989)
El gran drama moral de Allen. Dos historias paralelas que abordan el crimen, la conciencia, el castigo… o su ausencia. Con influencias bergmanianas y dostoyevskianas, es una meditación brutal sobre el mal y la impunidad, con uno de los finales más desoladores que ha escrito. Martin Landau y Alan Alda están sensacionales.
8. Maridos y mujeres (1992)
Filmada con cámara al hombro y estética de documental, es probablemente su película más cruda sobre el amor y el desencanto matrimonial. Cada plano tiembla como si fuese el reflejo de una crisis nerviosa. Allen y Mia Farrow se despiden (también en la vida real) en una obra llena de tensión emocional y brutal honestidad.
9. Balas sobre Broadway (1994)
Una comedia brillante sobre el mundo del teatro y la eterna disputa entre el talento verdadero y el artificio. John Cusack encarna a un escritor idealista que se ve obligado a trabajar con mafiosos para sacar adelante su obra. Divertida, ácida y con una Dianne Wiest absolutamente genial (ganadora del Oscar). Es Allen jugando a ser Lubitsch… y ganando.
10. Broadway Danny Rose (1984)
Una oda entrañable a los perdedores del show business. Danny Rose es un representante de artistas de tercera que termina en medio de una trama mafiosa por ayudar a un cantante decadente. Tierna, absurda y con ecos del cine de Capra, es una joya menor que brilla como un diamante raro.
11. Poderosa Afrodita (1995)
Una comedia provocadora que mezcla tragedia griega con humor sexual y ternura. Mira Sorvino brilla como una prostituta ingenua y adorable, mientras Allen reflexiona sobre la paternidad, la identidad y los caprichos del destino. Una película sorprendente, con alma y muchas risas.
12. Misterioso asesinato en Manhattan (1993)
Allen regresa al terreno de la comedia detectivesca, en una especie de La ventana indiscreta pasada por el filtro del humor judío. Diane Keaton vuelve a brillar como compañera de aventuras. Una película de ritmo perfecto, ligera en tono pero filosa en diálogos.
13. Días de Radio (1987)
Una carta de amor nostálgica a la infancia y la radio de los años cuarenta. Allen narra con voz en off la historia de una familia judía en Brooklyn mientras alterna recuerdos, canciones y momentos absurdos. Es su Amarcord, su homenaje al poder de la imaginación en tiempos difíciles.
14. La rosa púrpura de El Cairo (1985)
Uno de sus mayores logros narrativos. Una camarera miserable encuentra consuelo en el cine… hasta que un personaje de la pantalla salta al mundo real. Un cuento metafísico sobre la evasión, el arte y el desamor, tan hermoso como melancólico. Mia Farrow está espléndida y el guion es de una sensibilidad única.
15. Última noche de Boris Grushenko (1975)
Una parodia delirante de la literatura rusa, con Allen haciendo de soldado cobarde y filósofo de bolsillo. Ágil, absurda y repleta de referencias cultas, esta comedia es uno de sus primeros grandes logros como director total. Diane Keaton y él tienen una química hilarante.
16. Toma el dinero y corre (1969)
Su primer largometraje “serio” como director ya dejaba claro su talento. Una falsa biografía de un ladrón de bancos inepto, narrada en tono documental. Pionera en su estructura, influenció a toda una generación de comedias. Un Allen joven, fresco, irreverente y genial.
17. Zelig (1983)
Una maravilla técnica y conceptual. Zelig es un hombre camaleónico que adopta la apariencia y personalidad de quienes lo rodean. Una fábula sobre la identidad y la presión social, filmada como un falso documental con una maestría técnica alucinante. Obra única, ingeniosa y perturbadora.
18. Otra mujer (1988)
Su película más introspectiva, bergmaniana y madura. Una mujer en plena crisis vital empieza a espiar las sesiones de terapia de otra mujer, lo que la lleva a revisar su propia existencia. Gena Rowlands está imponente. Es una película seria, sobria, profundamente triste. Cine de almas rotas.
19. Medianoche en París (2011)
Un fenómeno inesperado que lo devolvió al gran público. Una fantasía nostálgica sobre el arte, el amor y el anhelo de tiempos pasados. Paris es un sueño, y Gil Pender (Owen Wilson) se convierte en su cronista sentimental. Ligera pero entrañable, y con un reparto delicioso que incluye a Hemingway, Dalí, Buñuel y Fitzgerald.
20. Comedia sexual en una noche de verano (1982)
Una pieza ligera y encantadora que homenajea a Shakespeare y a Bergman. Tres parejas pasan un fin de semana en el campo y surgen pasiones, enredos y deseos reprimidos. Es un vals dulce, de tono bucólico y casi mágico. Menor en ambición, pero llena de encanto.
En definitiva Woody Allen ha sido muchas cosas: bufón, filósofo, moralista, romántico, hipocondríaco, moralista escéptico, neurótico ilustrado. Pero sobre todo, ha sido un artesano infatigable del cine, que ha contado historias año tras año con pasión, ingenio y una mirada única.
Puede que su figura personal haya sido ensombrecida por la polémica, pero su obra resiste con fuerza, porque ha sabido retratar como pocos las contradicciones del alma humana. Estas veinte películas no son solo grandes obras: son espejos de nuestra propia fragilidad.
Y si, como decía él, “la vida no imita al arte, sino a la mala televisión”, agradezcamos que aún haya cineastas como Allen capaces de hacer del arte algo tan profundamente humano.