★☆☆☆☆ 3/10 2024
Fecha de estreno: 15 de noviembre de 2024 (España)
Director: Ridley Scott
Protagonistas: Paul Mescal; Denzel Washington; Pedro Pascal; Joseph Quinn; Fred Hechinger; May Calamawy; Connie Nielsen; Derek Jacobi
Guion: David Scarpa, Peter Craig
Productores: Ridley Scott, David Franzoni, Douglas Wick, Lucy Fisher, Michael A. Pruss
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Gladiator 2 (2024): El mayor desastre cinematográfico del año
Hay decepciones que duelen, y luego está Gladiator 2. Lo que debería haber sido un épico regreso a uno de los universos más emocionantes del cine terminó siendo, sin ningún atisbo de duda, uno de los mayores fracasos cinematográficos de 2024. Si Gladiator (2000) fue una obra maestra que marcó a toda una generación, esta secuela infame dirigida por Ridley Scott no solo deshonra el legado de la original, sino que también resulta un bochorno que provoca vergüenza ajena.
Ridley Scott, un director que durante décadas fue sinónimo de grandeza, ya venía mostrando señales preocupantes con Napoleón (2023), pero Gladiator 2 supera incluso esa decepción. Es doloroso decirlo, pero estamos posiblemente ante lo peor de toda su carrera: un filme carente de alma, fallido en casi todos los niveles posibles.
El primer gran problema —y el más imperdonable— es el guion. Mientras que la Gladiator original manejaba temas de venganza, honor y redención con una eficacia emocional devastadora, esta secuela parece escrita en servilletas de bar, improvisada sin pasión ni respeto por la historia previa. No hay una dirección clara; los personajes van de un lado a otro sin propósito, sin motivaciones genuinas, atrapados en diálogos ridículos que parecen una parodia involuntaria del cine épico.
Cada intento de construir una narrativa que justifique esta secuela cae en el más absoluto de los absurdos. Los eventos se sienten forzados, las relaciones entre personajes son superficiales y torpemente construidas, y el drama que debería conmovernos apenas consigue arrancar un bostezo. Es como si nadie hubiese entendido qué hizo grande a la primera película: aquí no hay épica, no hay emoción real, solo escenas hilvanadas sin sentido en un intento desesperado por capturar una grandeza que ya se ha perdido.
Es cierto que Paul Mescal, Pedro Pascal y Denzel Washington hacen todo lo posible por sacar adelante sus personajes. Son, sin duda, lo único rescatable de esta catástrofe. Ambos aportan presencia, carisma y profesionalismo en cada plano en el que aparecen. Sin embargo, ni siquiera dos actores de su talla pueden salvar un barco que se hunde desde el primer acto. Sus personajes están mal escritos, sus motivaciones son confusas y sus arcos narrativos terminan siendo decepcionantes. Todo su talento, toda su entrega, se desperdicia en un guion que no les da ninguna posibilidad real de brillar.
El resto del elenco, en cambio, parece perdido. No se percibe química entre los personajes, ni una dirección clara de parte de Scott. Muchas interpretaciones se sienten acartonadas, como si los actores tampoco creyeran en lo que están representando. Y, para colmo, algunos papeles que deberían ser centrales carecen de peso y terminan diluyéndose en la mediocridad general.
Una banda sonora reciclada sin alma
Uno de los elementos más icónicos de la Gladiator original fue su majestuosa banda sonora, compuesta por Hans Zimmer y Lisa Gerrard. Sus temas épicos y melancólicos no solo acompañaban las imágenes, sino que las elevaban, dotándolas de un aura casi mítica.
En Gladiator 2, sin embargo, la música es poco más que una pálida imitación. Se intenta copiar descaradamente el tono de la banda sonora original, pero todo suena vacío, sin alma. No hay nuevos temas memorables, no hay momentos en que la música y la imagen se fundan para provocar emociones genuinas. Todo es derivativo, mecánico, como si el objetivo fuera simplemente recordarnos que alguna vez esta franquicia tuvo grandeza, pero sin aportar absolutamente nada nuevo.
Una puesta en escena sin inspiración
Visualmente, Gladiator 2 es otro golpe a los fans de la saga. Aunque algunas secuencias de batallas intentan ser espectaculares, la falta de dirección artística sólida es evidente. Las peleas carecen de la crudeza visceral de la original, las escenas de masas no impresionan, y los escenarios digitales terminan sintiéndose artificiales y vacíos. El Coliseo, antaño un símbolo de brutal belleza cinematográfica, aquí es reducido a un simple decorado de videojuego barato.
La fotografía tampoco ayuda: apagada, genérica, incapaz de transmitir el esplendor decadente de la antigua Roma. Ridley Scott, quien alguna vez revolucionó la manera de filmar el cine histórico, parece aquí un director agotado, incapaz de aportar algo nuevo o siquiera digno.
Quizá lo más indignante de Gladiator 2 sea la sensación de tiempo perdido que deja al espectador. Uno entra a la sala esperando revivir la magia, la épica, la emoción, y sale arrastrando una mezcla de aburrimiento y enojo. Cada minuto de metraje es una confirmación más de que esta secuela nunca debió existir. No solo no está a la altura de la original; ni siquiera es un entretenimiento digno por derecho propio.
La película intenta emular momentos icónicos de la primera, pero cada guiño, cada referencia, solo consigue resaltar la pobreza de ideas y la falta de inspiración. Es como ver a alguien intentar rehacer una obra de arte con ceras baratas, sin entender qué hizo especial al original.
Gladiator (2000) es una joya del cine moderno, una obra intemporal que aún hoy emociona, inspira y conmueve. Su impacto cultural fue inmenso, y su legado parecía intocable. Gladiator 2, en cambio, es un triste recordatorio de que a veces es mejor dejar las obras maestras en paz.
Esta secuela no solo fracasa como película; también mancha la memoria de su predecesora. El Maximus de Russell Crowe, un personaje que se ganó un lugar eterno en el imaginario colectivo, queda indirectamente arrastrado por el lodo de esta continuación torpe y sin alma.
En resumen, Gladiator 2 no merece su tiempo ni su dinero. Es una película que debería olvidarse cuanto antes. Mi consejo es claro: si quieren revivir la verdadera grandeza, vuelvan a ver Gladiator (2000). Permitan que la emoción pura de aquella historia les limpie el mal sabor de boca que deja este bodrio.
Ridley Scott, uno de mis directores favoritos durante tanto tiempo, nos ha entregado aquí una de las páginas más tristes de su filmografía. Ojalá algún día entendamos que hay historias que deben quedarse cerradas, guardadas en el lugar que les corresponde: la gloria del pasado, no la mediocridad del presente.