En las décadas de 1950 y 1960, una generación de actores británicos e irlandeses redefinió el concepto de estrella de cine. Richard Burton, Peter O'Toole, Richard Harris y Oliver Reed no solo brillaron por su talento en la pantalla, sino también por sus legendarias andanzas fuera de ella. Estos hombres, conocidos como los "Hellraisers", vivieron al límite, con historias que mezclan genialidad, excesos y una relación intensa con el alcohol.
Richard Burton: El Galés de Voz Profunda y Sed de Whisky
Richard Burton, conocido por su poderosa presencia escénica y su voz inconfundible, también fue famoso por su capacidad para el alcohol. Durante el rodaje de "The Spy Who Came in from the Cold", insistía en usar whisky real en lugar de un sustituto. Lo que debía ser una escena sencilla requirió 47 tomas, y Burton bebió un vaso en cada una.
Su matrimonio con Elizabeth Taylor fue tan apasionado como tumultuoso. En el set de "La Noche de la Iguana" en México, la pareja consumía al menos una botella de tequila diaria. En una ocasión, Burton bebió 21 tequilas seguidos y decidió nadar en el mar para atrapar un tiburón, sin éxito, por supuesto.
Durante el rodaje de "The VIPs" en 1963, Burton consumió medio galón de coñac en un solo día. Criado por un padre alcohólico, Burton siguió un camino similar. En una operación tres años antes de su muerte en 1984, los médicos descubrieron una capa de alcohol cristalizado alrededor de su columna vertebral, evidencia del daño causado por años de consumo excesivo.
Y además:
En una ocasión, Burton fue arrestado tras golpear a un taxista en Roma durante una borrachera monumental. La policía lo dejó libre con una advertencia, y él comentó que había sido “una noche bastante tranquila”.
En un famoso incidente en Múnich, después de una discusión con Elizabeth Taylor, Burton desapareció durante 48 horas. Al volver, apareció con una resaca legendaria… y un cachorro que había comprado borracho en una subasta.
Según su hermano Graham, Burton bebía hasta dos botellas de vodka al día en sus peores años. Una vez, al ver una estatua de Shakespeare, le ofreció un trago mientras murmuraba: “Todo esto es por tu culpa, Will”.
Richard Harris: El Irlandés Apasionado y Rebelde
Richard Harris, recordado por su papel como Albus Dumbledore en las primeras películas de Harry Potter, era conocido por su espíritu indomable. Disfrutaba de noches de copas que comenzaban en Londres y terminaban en otro país, a menudo tras las rejas. En estado de ebriedad, se le vio atacar coches con los puños en plena carretera.
Harris frecuentaba bares como el Hotel Savoy en Londres y PJ Clarke's en Nueva York, donde su bebida habitual era servida sin necesidad de pedirla. Tras ser advertido por sus médicos de que le quedaban 18 meses de vida si no dejaba de beber, redujo su consumo a una pinta de Guinness cada noche antes de dormir. Falleció a los 72 años, habiendo moderado su estilo de vida en sus últimos años.
Y además:
Harris fue expulsado de un avión en 1971 por intentar abrir la puerta en pleno vuelo, convencido de que había llegado a su parada. Aterrizó en otro aeropuerto y exigió “otro whisky” antes de que llegara la policía.
Durante el rodaje de Camelot, Harris bebía tanto que olvidaba sus líneas y pedía que escribieran los diálogos en enormes carteles justo fuera de plano.
Su fama era tal que un pub en Dublín cambió temporalmente de nombre a "The Harris Arms" cuando él pasó una semana bebiendo ahí.
En una entrevista dijo: “Nunca fui alcohólico. Un alcohólico es alguien que necesita una copa. Yo la quería”.
Richard Harris se casó con Ann Turkel, una joven veinticinco años menor que él, quien seguía siendo su esposa cuando protagonizó la que probablemente fue la borrachera más legendaria de su vida.
Nacido en Limerick, Irlanda, aunque afincado durante muchos años en Londres, un buen día, mientras estaba tranquilamente en casa con su segunda esposa, se enteró de que en su pueblo natal se iba a celebrar una fiesta de la cerveza. Sin mediar palabra, se levantó del sofá, fue al aeropuerto, tomó un vuelo rumbo a Irlanda y, al llegar a su tierra, se entregó a una juerga ininterrumpida que duró dos meses.
Cuando finalmente regresó a Londres, anticipando el monumental enfado que su esposa tendría al verlo aparecer después de tanto tiempo, ideó una excusa tan disparatada como brillante. Al abrirle ella la puerta, él la miró con total naturalidad y le soltó:
—Pero cariño, ¿por qué no pagaste el rescate?
Por supuesto, el pretexto del secuestro no coló, y el matrimonio terminó en divorcio tras ocho años juntos.
Peter O'Toole: El Aristócrata del Exceso
Peter O'Toole, con ocho nominaciones al Oscar, era tan conocido por su talento como por sus excesos. Stephen Fry relató una anécdota en la que O'Toole llevó a un amigo del pub al teatro, olvidando que él mismo actuaba en la obra. Al darse cuenta, corrió tras bambalinas para entrar en escena.
En una noche en Dublín, O'Toole y su amigo Peter Finch fueron expulsados de un bar. O'Toole ofreció comprar el establecimiento para mantenerlo abierto, llegando a escribir un cheque que luego destruyó al recobrar la sobriedad.
A pesar de vivir hasta los 81 años, O'Toole sufrió graves problemas de salud debido al alcohol, incluyendo la extirpación de gran parte de su estómago y todo su páncreas en 1976. Dependía de inyecciones de insulina y enfrentó numerosas complicaciones médicas.
Y además:
En una borrachera con Richard Burton, O'Toole terminó cabalgando desnudo por Hyde Park a las 3 de la madrugada. Al parecer, querían sentirse como personajes de Shakespeare "en libertad".
Se cuenta que solía dejarse una botella de ginebra en la nevera del hospital “por si volvía a ingresar”. El personal médico llegó a resignarse.
Durante un homenaje en los BAFTA, un actor joven le preguntó: “¿Cómo llegaste a convertirte en una leyenda?” O'Toole respondió: “Whisky. Mucho whisky. Y saber cuándo desaparecer.”
Fue vetado de varios hoteles londinenses por destrozar habitaciones. Una vez, tras una pelea con su reflejo en el espejo, rompió todo el mobiliario pensando que lo espiaban
Oliver Reed: El Salvaje Incontrolable
Oliver Reed, conocido por su papel como Bill Sikes en "Oliver!", era famoso por sus excesos. Se dice que bebió más de 100 pintas de cerveza en 24 horas y luego realizó una acrobacia en la barra del bar. Tenía la costumbre de sorprender a la gente mostrando su pene tatuado, al que llamaba "el mazo".
Reed fue el único de los cuatro que murió directamente a causa del alcohol. En 1999, durante un descanso del rodaje de "Gladiator" en Malta, desafió a unos soldados a un concurso de bebida. Tras consumir 12 rones dobles y varios whiskys, se desplomó y murió camino al hospital. Había prometido al director Ridley Scott no beber durante el rodaje, pero no pudo resistirse.
Y además:
En una entrevista con Michael Parkinson, apareció completamente ebrio, gritando y ofreciendo peleas a los técnicos del plató. Parkinson dijo que era el invitado “más aterrador” que había tenido.
En una fiesta en el set de Los tres mosqueteros, Reed se desnudó, se pintó de dorado y corrió por el hotel gritando que era una estatua viviente de Apolo.
A menudo hacía peleas fingidas en bares con dobles de riesgo, pero solían acabar en peleas reales con los clientes.
En una visita a un colegio como invitado especial, apareció con una botella de brandy en el bolsillo, gritó “¡No confiéis en nadie sobrio!” y fue escoltado fuera por el director.
Le encantaba desafiar a marines, soldados o moteros a duelos de bebida. En una ocasión, derrotó a cinco Royal Marines en una noche… y terminó peleando con una planta.
El Legado de los Hellraisers
Estos cuatro actores vivieron vidas marcadas por el talento y el exceso. Sus historias reflejan una época en la que el comportamiento autodestructivo era a menudo romantizado. Michael Caine, contemporáneo suyo, los describió simplemente como "borrachos"
A pesar de sus demonios, Burton, O'Toole, Harris y Reed dejaron una huella imborrable en el cine. Sus actuaciones siguen siendo estudiadas y admiradas, y sus vidas sirven como advertencia y fascinación para las generaciones futuras.
Para saber más recomiendo mucho el libro Hellraisers The Life and Inebriated Times of Richard Burton, Richard Harris, Peter O'Toole, and Oliver Reed del escritor Robert Sellers